La salud sexual de las mujeres por muchos años se ha tratado como un tema tabú, y muchas personas no son conscientes de lo importante que es educar a las niñas desde pequeñas a prestar atención a las señales que les manda su cuerpo y mucho menos se les enseña cuales son los estudios clínicos que van a necesitar en algún punto de su vida, tal como la colposcopia.
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La colposcopia es una herramienta fundamental para el cuidado integral de la salud de la mujer, es un estudio sencillo con el cual se pueden detectar algunas enfermedades en el cuello uterino e incluso puede llegar a salvar vidas.
¿Qué es la colposcopia?
La colposcopia es un procedimiento médico destinado a la exploración del cuello del útero o cérvix a través de un colposcopio, esto quiere decir que a la paciente que se va a realizar este procedimiento se le coloca un espéculo (también conocido como “pato”), que permite ensanchar la abertura vaginal, y se visualiza el cuello del útero con el colposcopio.
Este instrumento está conformado por lentes de diferentes aumentos e incorpora una fuente de luz, a través de él se puede observar si existe alguna alteración o lesión en la zona.
También con la colposcopia se puede teñir el cuello con una solución especial, que es rica en yodo, con el fin de revelar lesiones que pudieran pasar desapercibidas a simple vista.
El tiempo aproximado que lleva tomar una muestra y hacer la colposcopia es de entre 4 y 10 minutos.
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¿Cada cuánto se hace una colposcopia?
La colposcopia se puede realizar desde la primera revisión ginecológica, sobre todo si los exámenes previos, como el Papanicolau, muestra alguna alteración de las células del cuello uterino.
Si todo aparece normal, no es necesario hacerla cada año, pero es importante enfatizar que sí debe hacerse cada vez que se controla alguna lesión que se ha tratado o que se sospecha.