Onicofagia, ese es el termino médico que se le ha dado al hábito compulsivo de comerse las uñas y aunque es frecuente en niños y adolescentes la mayor parte de las veces suele ir desapareciendo con el paso de los años o se sustituye por otro tipo de hábitos, pero hay quienes aún en edad adulta continúan con este mal hábito y es cuando los efectos adversos en la salud pueden aparecer.
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La onicofagia puede producir en un futuro problemas en los dientes, deformaciones de la cutícula, infecciones, verrugas y todo tipo de alteraciones relacionadas con la dermis (la segunda capa de la piel) y, en casos muy extremos, puede incluso llegar hasta la pérdida de las uñas.
Existen muchos motivos que generan la conducta de comerse las uñas compulsivamente, desde el estrés, la ansiedad, timidez o baja autoestima, hasta el miedo y dependiendo del nivel de onicofagia existen 3 tipos de efectos en la salud de quien lo padece:
- Nivel físico
Aparece sangrado, infecciones y desconfiguración de los dedos y dientes por la constante manipulación de las uñas y la quijada con movimientos anormales.
- Nivel emocional
Puede generar frustración debido a que es una conducta difícil de controlar y en muchas ocasiones las personas no lo hacen conscientemente.
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- Nivel social
Esto se debe a que puede resultar poco atractivo presentar las manos con las uñas mordidas, afectando así a la imagen de la persona y su autoestima.
¿Cómo dejar de morder las uñas?
Para evitar efectos adversos en la salud es importante eliminar por completo el hábito de comerse las uñas, pero se dice más fácil de lo que es en realidad, siempre se han utilizado algunos trucos, como esmaltes, para dejar de hacerlo, sin embargo, eso no es suficiente y hay que ir a la raíz del problema.
El primer paso es reconocer en qué momentos concretos se comen las uñas. Una vez identificados esos momentos, entender qué emociones aparecen en esas situaciones que nos están llevando a esa conducta y aprender en terapia psicológica gestionar las emociones, trabajar sobre el programa de ansiedad y aprender a afrontar de manera adaptativa las diferentes situaciones que generen la ansiedad o las emociones desagradable.
Las recomendaciones más comunes son:
- Reducir la activación emocional a través de técnicas de relajación.
- Crear hábitos más saludables para la persona.
- Aprender a entender y gestionar las emociones.