El estrés es una respuesta natural del cuerpo ante diferentes tipos de situaciones, el cual, se usa como mecanismo de defensa de supervivencia para enfrentar peligro o miedo. Aunque no necesariamente tiene que conllevar a conductas negativas, lo cierto es que sí suele tener un impacto negativo en nuestra salud emocional, física y mental a través de algo conocido como lenguaje del estrés.
Es importante resaltar que el estrés puede variar de persona a persona y puede manifestarse de diferentes maneras como síntomas físicos, conductuales, así como psicológicos que traen consigo consecuencias en nuestra salud emocional y general. Ante ellos, cada quien puede expresarlo de forma diversa. Esto último es justo lo que te platicaré a continuación.
Los tipos de lenguaje del estrés
El lenguaje del estrés se refiere a la forma en que nos expresamos tanto de manera verbal como no verbal, cuando nos sentimos presionados y tensos. Según Pete Walker en su libro Complejo PTSD: De sobrevivir a prosperar, existen cuatro tipos de respuestas automáticas al trauma que las personas desarrollan para hacer frente a situaciones de peligro o amenaza. Te explico cuáles son cada una de estas conductas a continuación:
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- Lucha
La respuesta de lucha se caracteriza por ser agresiva o asertiva ante cualquier tipo de amenaza. Las personas que emplean este tipo de conducta automática ante el estrés suelen confrontar el peligro de manera física. Por ello, pueden llegar a reaccionar con ira, hostilidad, impulsividad o dominancia.
- Huída
Esta respuesta se asocia a todas aquellas personas que eviten o escapan de situaciones amenazantes. Suelen aislarse, negarse a enfrentar problemas o buscar distracciones que los ayude a pensar en otra cosa mientras “pasa la tormenta”. Este lenguaje del estrés trae consigo ansiedad, miedo, evasión, adicciones e incluso trastornos alimenticios.
- Congelación
Otra respuesta planteada por el auto Pete Walker es la congelación, la cual, se caracteriza por una inmovilización física y emocional ante una situación de estrés. Las personas que tienen este tipo de conductas suele disociarse de la realidad y manifestar su estrés con letargo, apatía o depresión. No son buenos expresando emociones y tienen a tener problemas de identidad.
- Apaciguar
Por último, pero no menos importante, son aquellas personas que ante una situación estresante, optan por tener una actitud complaciente y sumisa; buscan agradar para evitar conflicto o abandono. Suele ser de las respuestas más peligrosas, pues tiene como manifestaciones conductas de codepedencia, auto-sacrificio y baja autoestima, as?? como problemas para establecer límites y son propensas a relaciones tóxicas.
Seguro al leer estas respuestas del lenguaje del estrés te hayas sentido identificado con más de una, ¿cierto? Esto es completamente normal, ya que habrá quienes presenten una combinación de dos o más conductas. Si has detectado cuáles son las que tienes, no dudes en hacer algo al respecto para atender tu salud emocional.
Así puedes actuar frente al estrés
Como has podido comprobar, cada persona tiene un diferente lenguaje del estrés, el cual trae consigo respuestas y conductas en manifiesto. Por ello, no puedo decirte que la manera en que yo enfrento mis situaciones estresantes también te funcionarán a ti. Sin embargo, hay algunos consejos generales que puedes tomar en cuenta:
- Identifica la fuentes de estrés: lo primero que tienes que detectar en qué situaciones, personas o pensamientos son los que están dañando tu salud emocional y así comenzar a pensar qué hacer al respecto.
- Técnicas de relajación: no es ninguna sorpresa que actividades físicas como el yoga o la meditación se hayan vuelto tan populares. Este tipo de técnicas aplicadas a tu vida diaria pueden ayudarte a calmar tu mente y cuerpo.
- Ejercicio físico: además de ejercicios de respiración y meditación, también es importante mantener controlada tu hormona del estrés a través de la liberación de endorfinas. Esto lo puedes conseguir haciendo el ejercicio que prefieras (recuerda no practicar uno que te genere más estrés).
- Cuidad tu salud: si estás bien por dentro, te verás bien por fuera. Asegúrate de llevar una dieta equilibrada y nutritiva, así como evita el consumo en exceso de cafeína, alcohol y azúcares. Además, duerme de 7 a 8 horas diarias para que tu cuerpo logre descansar cada día.
- Ayuda profesional: si crees que tu salud emocional está muy afectada, debido al estrés, no dudes en pedir ayuda profesional como un psicólogo o terapeuta que te brinde una estrategia personalizado de manejo de tensiones.
¡No estás solo! Las situaciones estresantes, de peligro o amenazantes pueden formar parte de nuestro día a día, pero está en nosotros que nuestro lenguaje del estrés se convierta en respuestas y conductas sanas para evitar afectar tu salud emocional.